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199712
Diciembre 1997
Filipenses 2:1-11

Retomando un antiguo himno cristiano, San Pablo indica que los fundamentos de la vida de fe están enraizados en el comportamiento mismo de Cristo. El himno parte de la pregunta "¿Qué significa ser de condición divina?" La respuesta es sorprendente, pues muestra hasta qué punto el Dios vivo es diferente de nuestras ideas humanas sobre la divinidad. Ser Dios no es en ningùn caso ocupar el primer lugar, sino, al contrario, rebajarse cada vez más por amor. La encarnación y la muerte atroz de Cristo son como la consecuencia "lógica" - una lógica divina, para nosotros desconcertante - de su identidad de Hijo de Dios.

Para mostrarnos que esa es la lógica de Dios, y no un fracaso o un malentendido, Dios mismo eleva a Cristo a la cima del universo y desvela su verdadera identidad: él es el Kyrios, el Señor, el que reina en nombre de Dios. La resurrección y la ascensión de Cristo revelan el sentido de su vida y de su muerte, lo cual tiene consecuencias para el conjunto de la creación. Toda criatura puede desde ahora entrar en esta lógica divina que ahora es visible en el corazón del mundo.

Desde entonces, en la comunidad de los discípulos de Cristo, no hay lugar para la ambición personal, para la bùsqueda del prestigio y los honores. Al contrario, la regla de vida de los creyentes es la sumisión mutua (cf. Ef 5.21). Actuando de la misma manera que Cristo, los vínculos de comunión entre los fieles se estrecharán cada vez más

¿Qué impide la unidad de visión y de sentimientos en el interior de la comunidad cristiana? Concretamente, ¿cómo ser fermento de comunión?

¿De qué manera este himno muestra los fundamentos y la verdadera significación de la humildad segùn el Evangelio?